miércoles, 14 de marzo de 2012

Milán III

Y aquí llega el último post sobre mi viaje a Milán. Me hubiera gustado pasar mucho más tiempo allí, estoy deseando volver! Me gustó muchísimo.

Tras el descanso en el hotel, y una ducha reparadora, nos fuimos a dar una vuelta, ya de noche, por la zona de Brera. Cogimos el metro que nos llevaba directas a Corso Como, y seguimos bajando andando por todo Corso Garibaldi.


Por el camino, y como no podía ser de otra manera en Italia, nos comimos un helado. El mio era de mora. Buenísimo!!! Muy muy rico. Y aprovechamos a admirar que en las heladerías también cuidan la imagen.



Bueno, la idea era que si bajábamos por Corso Garibaldi todo recto, sin girar en ningún momento, llegaríamos diretas al castillo de los Sforza. Esa era la teoría. La realidad es que no sabemos todavía en que momento cogimos la calle equivocada, pero fuimos a parar directas a la plaza del Duomo. Pero con mucha suerte, porque casualmente ese día proyectaban un espectáculo del luces y sonidos sobre la fachada de la catedral. Esta es la mejor foto que pudimos sacar, pero fue muy interesante.


De ahí volvimos a cenar algo al mismo bar del día de antes, el Rock&Roll. Y claro, con lo bien que nos habían tratado y lo ricos que estaban sus cócteles, no podíamos irnos sin bebernos el último. Pero volvimos enseguida a casa, que al día siguiente nos esperaba lo que para mí era la parte más importante del viaje: la visita de la obra 'La última cena' de Leonardo Da Vinci.

Tuvimos que madrugar mucho y andar bastante rato después de salir del metro. Pero cualquier cosa que hubiesemos hecho, seguro que merecía la pena. Llegamos por la parte trasera de la iglesia, y entramos por un claustro muy bonito.


Del claustro entramos a la iglesia, tuvimos que cruzarla entera para llegar a la zona del refectorio. No paramos a verla porque llegabamos con el tiempo justico, pero tenía buena pinta. Y llegamos, entramos en la zona dónde se recogen las entradas. Y todavía nos dio tiempo a esperar un poco nuestro turno.

Lo tienen todo controladísimo. Mu hubiera encantado hacerle una foto, pero era imposible. Se entra en grupos de quince personas. Primero nos hicieron pasar a una especie de urna de cristal y cerraron la puerta. Una vez cerrada, se abría la siguiente a una segunda urna. Y de ahí, nos dejaron pasar a la sala en la que se encuentra la pintura.

Sólo te dan 15 minutos para observarla. Muy poco tiempo. Yo entiendo que es el correcto para que la pintura no se estropee, pero si hubiera sido por mí, hubiera entrado también los 60 minutos siguientes. Una lástima que estuviesen todas las entradas ya vendidas. Esta es la fachada de la iglesia.


Y aquí, la prueba de que entramos! 


Una vez salimos, nos dirigimos a Corso Buenos Aires, a seguir con las últimas compras y a terminar de ver toda la calle. Y ya nos fuimos directas a coger el bus que nos llevaría al aeropuerto, y de allí, de vuelta a España.

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