miércoles, 8 de febrero de 2012

Primeros dias en Pornic

La verdad es que no llegué directamente a Pornic, sino a Nantes, dónde vinieron a recogerme Laetitia y Joan con mis peques, Theo y Maelys. Para ser sincera, cuando el tren llegaba yo los vi por la ventana del tren, me estaban esperando en el andén, y en ese momento tuve un ataque de panico y estuve a punto de no bajarme. Menos mal que lo hice! El primer momento fue un poco raro, supongo que como todos los primeros momentos en los que conoces a tus jefes...

Mientras íbamos hacia Pornic, en el coche, los niños no hicieron otra cosa que jugar con los regalos que les llevé. Les daba la misma vergüenza que a mi encontrarnos, aunque Joan me dijo que tenian muchas ganas de que llegara desde hacia semanas. Claro que para entender eso me lo tuvieron que repetir varias veces! Todo un desastre mi frances cuando fui; menos mal que mejoró!

Al llegar, los niños me enseñaron mi cuarto (abajo en la foto), y el resto de la casa. Y mientras esto pasaba, sus abuelos pasaron a tomar algo y los conocí. No se como explicar esto, a ver si me entendeis. El lugar al que llegué era una especie de finca en la que habia tres casas. La de los abuelos de los niños, y las de sus dos hijos. Yo iba a casa de la hija, y, aunque entonces no lo sabia, Maria estaba en la casa de enfrente, en la del hijo. Creo que más o menos lo he explicado.


El caso, cené con ellos, aunque muerta de verguenza, y me fui a dormir, que el viaje habia sido muy largo. Los primero 15 días que yo estuve alli, los niños tenian colegio todavia, asi que tenía libre para hacer lo que quisiera hasta las 5 y media de la tarde que terminaban. Y precisamente, como tenía fiesta, al poco de levantarme llamaron a la puerta.... ¡y aparecio Maria!!!! ¡Para salvarme el resto del verano! Fue todo un momentazo. Ella pregunto en frances, y yo le respondí, hasta que diez minutos después nos dimos cuenta que las dos eramos españolas...

Y a partir de ahí, ¡¡empezó la diversion!! Durante esos días por la mañana nos dedicamos a conocer el pueblo, las playas y los alrededores. Y uno de esos dias, Estelle, la madre de los niños que cuidaba Maria (que a todo esto, eran primos de mis niños), nos invitó a comer al restaurante que tienen (tanto los abuelos como los padres de nuestros niños tienen un restaurante), y fue allí, como al 5º o 6º día de llegar, cuando conoci a Luisa. También una historia para contar. Estelle nos saco para comer ostras, ya que ni Maria ni yo las habiamos probado nunca (mucho mas ricas con limon). Y Luisa nos conocio poniendo caras raras al comer jajajaja. Pero a partir de ese momento, no nos separamos ninguna de las tres.

Uno de los días que cerraban el restaurante, me llevaron a la isla de Noirmoutier, un viaje bastante interesante. Primero fuimos al acuario. No era muy grande, pero tenía bastantes cosas y peces curiosos. Dimos un paseo por la isla, fuimos un ratito a la playa y comimos por allí. A la vuelta, yo no lo sabía, pero a esta isla se puede acceder en coche por dos sitios diferentes, uno de ellos es un puente, en el que no hay problema para pasar. Pero con el otro acceso hay que tener mucho cuidado. Se llama el paso del Gois, y es una carretera a nivel del mar por la cual sólo se puede pasar si hay marea baja, porque en cuanto comienza a subir, esa carretera desaparece. Y es importante saber que en esa parte de Francia, cuando la marea esta baja, hay kilometros y kilometros de arena mojada, pero en cuanto empieza a subir, olvidate!, sube rapidísimo. Hay unas mareas muy radicales.



También hicimos un pastel de chocolate con los niños. Los primeros días no sabíamos muy bien que hacer con los niños, y esa fue una de las opciones. Que por cierto, triunfó y lo repetimos varias veces durante el verano.



Cuando los niños acabaron el colegio, hicieron un festival, en el que cada clase hizo una actuación distinta. Después de ver todas ellas, había colchonetas, puestos para comprar juguetes, puestos de comida y bebida, y varios puestos con juegos típicos de cualquier feria. Y para acabar, cuando ya se hizo de noche, hubo hasta fuegos artificiales. Se tomaron muy en serio lo del fin de curso, y lo celebraron por todo lo alto!


Y por último, nosotras, una vez que los padres llegaban del trabajo, teniamos la noche libre, por supuesto. Asi que ese mismo día de la fiesta, aprovechamos para salir a conocer el pueblo, pero esta vez por la noche! Una experiencia inolvidable la verdad. Yo me lo pasé genial, aunque hubo momentos en los que pensé que iba a morir. Que mal conducía el taxista que nos llevó de vuelta al pueblo cuando salimos de la discoteca... Aunque eso bien se merece un post entero.

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